En primer lugar, vaya nuestro profundo y sentido homenaje a este gran músico.
Su maestro don Aniceto Vivanco le enseñó los secretos del arpa, instrumento que aprendió a tocar con admirable maestría.
Su precoz virtuosismo fue puesto en evidencia cuando el dictador Leguía, durante uno de los años de su gobierno conocido como “el oncenio”, prendió personalmente en el pecho del aun adolescente arpista la medalla de oro, por haber ganado el primer puesto en el concurso de folklore realizado por el Día del Indio. Leguía presidía dicho concurso e iba a caballo desde el palacio de gobierno hasta la Pampa de Amancaes en Lima, sede del evento.
En el año 1935, Florencio Coronado reunió a otros artistas ganadores de sendas medallas de oro en su especialidad, entre otros el quenista César Gallegos y el guitarrista abanquino Miguel Ángel Casas Ísmodes, con quienes formó la agrupación bautizada con el nombre de “Compañía Peruana de Arte Folklórico TAHUANTINSUYO”, haciendo giras por las principales ciudades del Perú y varios países como Ecuador, Colombia, Venezuela, Puerto Rico y las Antillas Holandesas.
En 1958 fue calificado como el mejor solista de arpa folklórica del mundo en el festival de folklore hispanoamericano realizado en Madrid, España. Con este galardón le llovieron invitaciones para recorrer el mundo, llegando a tocar su variado repertorio de música peruana en el palacio del Sha de Irán y del emperador Hirohito del Japón. A su regreso de esta gira exitosa sin auspicio de nadie, el presidente Belaunde le otorgó una condecoración.
Esta apretada semblanza nos muestra a un gran artista que dio gloria y honor a Huamanga, Ayacucho y el Perú. Sin embargo, nos duele haber constatado que los últimos quince años de su fecunda existencia los sufrió solo, aquejado de varias dolencias, prácticamente abandonado.
Su sepelio fue triste, raleado, sin el multitudinario homenaje de admiración, gratitud y reconocimiento que merecía.
Esta vez, el estado, las instituciones culturales y artísticas, los grandes medios de comunicación de Lima, con excepción del diario La Primera, guardaron un ominoso silencio. Instituciones como la APDAYC, el Club Provincial de Huamanga, el Club Departamental de Ayacucho y la Federación Departamental de Instituciones Provinciales de Ayacucho en Lima-FEDIPA, posiblemente tienen también responsabilidad en la dolorosa agonía y casi silenciosa partida final de ese gran arpista que llenó de bellas melodías tantos oídos de peruanos de varias generaciones.
FLORENCIO CORONADO, gran amauta del arpa, perdona nuestra ingratitud y silencio cómplice.
¡Sunquykupim kawsanki, wiñaypa wiñayninpaq! (“Vivirás por siempre en nuestro corazón”).
Por: Leo Casas Ballón-27 de octubre de 2009.
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