lunes, 1 de diciembre de 2008

Una Esmeralda enclavada en los Andes

El amplio valle verde de Huanta (vista desde el Google earth) (Haga click para agrandar).

UNA ESMERALDA ENCLAVADA EN LOS ANDES
Antonio Raimondi la bautizó como “La Bella Esmeralda de los Andes” por su hermoso valle fértil de verdes y alegres campiñas, por el encanto de su naturaleza y el clima que hacen de Huanta un lugar digno de visitarlo.
Por Ley N°138 del 22 de noviembre de 1905, su capital, la ciudad de Huanta fue elevada de Villa de Huanta a la categoría de ciudad.
La historia de Huanta se remonta a los 15 a 20 mil años a.C., con la presencia de los primeros recolectores y cazadores que habitaron la cueva de Pikimachay, donde se han encontrado un conjunto de artefactos líticos y restos óseos de mastodontes, perezosos gigantes, tigre dientes de sable entre otros, lo que hace suponer que por ese entonces, en la zona otras eran las condiciones climáticas.
Desde aquel entonces, hasta la fecha, Huanta tiene toda una secuencia histórica. Durante la conquista española, Huanta se constituyó en una encomienda asignada a Diego Gavilán, un ciudadano huamanguino. El año 1784, ya con el establecimiento del régimen político de las intendencias queda como una de las subdelegaciones más importantes de la intendencia de Huamanga.
En suelo huantino se llevaron a cabo mucho enfrentamientos por la independencia entre las fuerzas locales con Mateo Pumacahua, contra las tropas españolas, pero también se conoce que los comuneros de la sierra de Huanta conocidos con el nombre de Iquichanos, desde tiempos de la colonia fueron amantes del Rey, a quien consideraban como un padre común, un enviado de Dios que se convirtió para ellos en el Inca Católico. Por esto el vínculo de vasallaje que los unía a la corona estaba potenciado por una poderosa relación sacral. Por lo que se les llegó a denominar como los últimos estandartes del rey. (Pilar Rojas Gutiérrez). Extraida del diario La Calle (Ayacucho. 21 nov. 2008).

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