sábado, 5 de septiembre de 2020

Conmemorando el Centenario de la gran Chabuca Granda

María Isabel Granda (su verdadero nombre) "Chabuca" nació hace exactamente un siglo, el 3 de septiembre de 1920, en un asentamiento minero (que hoy forma parte de Las Bambas), en Abancay, pues su padre era ingeniero de minas. Pronto se radicaría en Lima, en el distrito de Barranco, donde vivió su infancia. Desde la adolescencia incursionó en el canto, en el coro de su colegio y en grupos amateurs (dúos y tríos). Pero dejó todo eso al casarse, en 1942, con Enrique Fuller; dejó el canto, pero no su afición por la música, y más bien se dedicó a componer canciones. Con una de ellas, “Lima de veras” (1948) ganó un importante concurso local, lo que la reafirmó en su vocación de compositora. Fue el inicio de una larga serie de canciones –“Puente de los Suspiros”, “Zeñó Manué”, “Fina estampa”, además de las ya mencionadas– dedicadas a personajes y lugares de una Lima tradicional y aristocrática que empezaba a irse, con la llegada de las primeras oleadas de migrantes provincianos. 

Autora de algunas de las canciones más identificadas con la peruanidad y cumbre indiscutible de la música criolla, Chabuca Granda compuso más de 400 canciones y llegó a ser considerada una de las más importantes cantautoras del mundo de habla hispana. Se hizo popular en los años cincuenta, con canciones como “La flor de la canela” y “José Antonio”, entre muchas otras, que fueron interpretadas por las principales voces del criollismo, entonces en pleno auge. Pronto su fama trascendió nuestras fronteras, y Chabuca realizó extensas giras por toda Latinoamérica y España. Sus canciones han sido interpretadas por las más famosas estrellas de la música popular, desde Mercedes Sosa hasta Julio Iglesias, y son plenamente identificadas con el Perú y su cultura. Por ello recibió póstumamente la Orden del Sol del Perú; y su obra, en conjunto, ha sido reconocida como Patrimonio Cultural de la Nación. 

Granda, una mujer de la alta sociedad peruana, dedicó sus primeras composiciones entre 1950 y 1960 a “los grandes personajes señoriales de Lima, las grandes casonas, las grandes calles, que representaban a una Lima criolla que en aquel momento probablemente estaba cumpliendo sus últimos años de vigencia”. Pero, una de las personas a la que guardó especial cariño fue una mujer negra que trabajaba en una de esas grandes casonas limeñas, a quien escribió ‘La flor de la canela’, cantada hasta el día de hoy en varios idiomas y convertida en un himno criollo.

Su acercamiento y el sentimiento de amor por el gran cambio social de su país, la tuvo a través de las composiciones realizadas al gran poeta y figura revolucionaria Javier Heraud -aunque no lo conoció personalmente- y que muriera acribillado a los 21 años. Chabuca hace algo inusitado en su carreta, durante un periodo prolongado de tiempo se dedica solo a escribir canciones a la figura revolucionaria de Javier Heraud, diez temas donde sin duda resaltan “Las flores buenas de Javier” y “el fusil del poeta es una rosa”. Chabuca con este ciclo de canciones al poeta no solo le escribía al joven mártir, sino que se acercaba vertiginosamente a un modo de pensar, de sentir, revolucionario.

El entonces joven poeta César Calvo, influyó de una manera determinante para que la búsqueda artística de una cantante criolla, con resabio colonial de una Lima idílica, para su acercamiento a cantante latinoamericana, con intereses sociales, culturales y políticos mucho más aterrizados en su actualidad. Las canciones mismas van marcando ese derrotero; por ejemplo, de las iniciales “Lima de veras”, “Fina estampa”, “José Antonio” o “La flor de la canela” vemos a Chabuca componer temas como “Cardo o ceniza”, “Un barco ciego”, “Canterurías” o “El surco”. Ambos periodos, cada uno a su manera, son sumamente poéticos y revolucionarios.

En la actualidad están muy vigentes sus composiciones clásicas, pero a la vez muy contemporáneas y vanguardistas, es un gran legado para muchos jóvenes artistas y músicos peruanos, que están tratando de hacer fusión, y tener de inspiración su invaluable aporte, hay mucho que aprender de ella todavía; y al unísono podemos decir “Te amo, Perú”, Te amamos, "Chabuca".




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