domingo, 16 de febrero de 2020

La fiesta de los Negritos de Huancavelica en Lima


Durante la segunda semana del mes de enero, se lleva a cabo en Huancavelica la tradicional y costumbrista fiesta de los Negritos, en homenaje al Niño Perdido Dulce Nombre de Jesús y el Niño Fajardito.
La Villa Rica de Oropesa y/o la Tierra del Mercurio, como también es conocida Huancavelica, es una ciudad enclavada en los Andes centrales del Perú, famosa en la época de la colonia por ser un gran centro minero, que subsisten hasta nuestros días, tierra de grandes hombres forjadores que atrajo la mirada de muchos empresarios mineros, y comerciantes que desde las regiones vecinas llegaban, es así como mi familia venida de Huanta se establecieron en la ciudad de la tierra del mercurio, aún jóvenes emprendedores tuvieron la oportunidad de desarrollarse en el comercio, nosotros sus hijos, aún pequeños supimos de la vida, sus costumbres fiestas y tradiciones, como las que hoy vamos a mencionar.


Lo que pude conocer a mi corta edad quedaron grabados de esta mi tierra natal, pues más adelante cuando aún éramos niños mis padres decidieron retornar a Huanta la tierra linda denominada la Esmeralda de los Andes, a la que considero mi segunda tierra querida que albergó mi adolescencia y juventud, y que luego años más tarde por los problemas de la violencia y turbulencia social que asoló a nuestro país y principalmente a las regiones aledañas a Ayacucho y en toda la zona de la sierra principalmente, eran épocas de mucha convulsión política y militar por la presencia de sendero y su ideología, la violencia que nuestros pobladores vivían era de u a completa inseguridad, sin saber si al día siguiente vivirías, como consecuencia de ello, apenas culminamos la etapa de la secundaria,
tuvieron nuestros padres enviarnos a Lima para proseguir nuestros estudios, desde entonces esta gran urbe se ha convertido en nuestra ciudad que alberga nuestras ilusiones, y donde felizmente esta ciudad de Lima de "todas las sangres", como la denominó nuestro paisano el gran José María Arguedas, nos albergó aceptando nuestras tradiciones y costumbres. Así, por ejemplo se forjaron y desarrollaron en los ochenta las populosas villas y asentamientos de los distritos populosas, así como Huantachico, en villa Huanta, del distrito considerado la más grande: San Juan de Lurigancho, así como ella muchos más que fueron desarrollando, revalorando y enraizando sus costumbres y tradiciones ancestrales en las generaciones venideras, transmitiéndolas de abuelos a hijos y nietos.

Pero, retornando a la festividad de los Negritos, popular fiesta, cuyos recuerdos aún perennizan en mi memoria, como creo todos los que de niño y en su juventud haya vivido, así, guardo gratos recuerdos de mi niñez que junto a mis hermanos y amigos huancavelicanos, tratábamos de emular las danzas de los negritos, haciendo nuestras propias máscaras de plástico, recuerdo que me gustaba ser el ogro caporal, que látigo en mano realizaba mis saltos armoniosos, mientras mis hermanos y amigos como negritos trataban de sincronizar sus bailes, con tonalidades y sonidos también emulando la característica música de las bandas, que a propósito llenaban las calles de la ciudad con su características tocatas y acompañado de clásicos huaynitos, como olvidar, "trencito macho", "Cholita huancavelicana", "chachasllay", entre tantas más.

Es así  como empezábamos a enraizar nuestras costumbres y tradiciones que hasta hoy continuamos recordando. De niños parábamos casi todo el día detrás de las comparsas como los "hatilinllas" por distintas calles de Huancavelica que al son de la banda, los negritos recorrían con su característico baile, que siempre terminaban en la iglesia de Santo Domingo, a una cuadra de donde mis padres tenían su casa y comercio, allí en la explanada de la iglesia  que hoy luce muy bien remodelada, apreciábamos todos los bailes y danza de los negritos. Esta festividad que dura 5 días, desde un viernes previo hasta un martes, de los que tengo razón, según cuenta la historia, que los negros provenientes de la costa de Pisco y Chincha, que fueron llevados a las minas de Huancavelica como esclavos, tuvieron que soportar las inclemencias del clima y las alturas donde muchos morían por que no estaban acostumbrados a las alturas de la serranía, pero los negros decidieron encomendarse al Niño Jesús, quien los protegió y los cuidó en salud, evitando sus muertes tempranas, desde entonces decidieron agradecerle y en señal de ella la veneraban en su tierra costeña.

Sin embargo, sucede que años  mas tarde, cierto día al no ver al Niño lo tomaron por perdido (de allí el nombre del Niño Perdido), fueron en su búsqueda por las alturas de la serranía huancavelicana lugar que les daban como referencia, sufriendo las inclemencias del clima al que no estaban acostumbrados, este grupo estaba liderado por el gran ogro, caporal, capataz español de los negros, el "papacito", abre campo, que acompañado de la negra coqueta María Rosa, la "mamacita" madre de los negritos que atendía y los cuidaba cariñosamente y el grupo de negros mayores que tenían mucho que agradecer llevando sus cosechas como las frutas costeñas, sandía, uvas, su vinito, cachina, entre otras, y cuando ya se daban por vencido debido a algunas vidas perdidas que no soportaron la travesía, por fin pudieron ubicar al Niño Dulce Nombre de Jesús, y que en señal de agradecimiento le rindieron el homenaje reverenciándole con sus danzas y costumbres, es por ello que todos los años los negros "suben" provenientes desde Chincha hacia Huancavelica para ofrecerle y rendirle el homenaje al Niño Perdido Dulce Nombre de Jesús y al Niño Fajardito, en días interminables de fiesta, donde toda la población huancavelicana se vuelca a las calles.

Este es un recuerdo imperecedero para mi, que de seguro para muchos Huancavelicanos les sucede este mismo sentimiento, y la emoción de siempre volver a recordarlo. Les comenté que muy niño me fui de Huancavelica con mis padres que retornaba a su tierra, aunque muchos familiares y tíos continuaron viviendo en Huancavelica (tengo unas tías jóvenes entonces cortejadas por muchos huancavelicanos, decidieron asentarse en Huancavelica, con la venta de chicharrones "las huantinitas"), incluso luego me comentaron, algunos de mis primos fueron parte de la negrería. La nostalgia de seguro también acompaño a mis padres por la oportunidad que esta tierra huancavelicana les brindó, que hasta su tienda en Huanta la llamó "Bodega Mercurio", que luego años más tarde pasó a llamarse "Comercial Moreyra y familia", no fue hasta después de muchos años en mi juventud cuando con toda mi familia viajamos de vacaciones precisamente por la festividad de los negritos, la pasé muy  bien de los que guardo también un grato recuerdo, de aquella fecha a hoy no he podido coincidir con esta festividad, ya sea por razones de fuerza mayor, pese a que pude viajar en otras veces (pocas soy sincero), pero me emocionaba cuando mis padres y hermanos desde Huanta me decían que habían podido estar en Huancavelica disfrutando de la festividad.

Hace tres años estuve por allá en febrero, mes de carnavales como hoy, realicé un viaje de Huanta a Huancavelica, por una carretera moderna y asfaltada, aunque un poco angosta, pasando por Marcas (lugar de donde se aprecia el valle huantino) y Acobamba, disfrutando del bello paisaje andino, este viaje la inicié por la ruta que mis padres antaño emprendieron su viaje a Huancavelica para lograrse y forjarse como jóvenes emprendedores, mi madre embarazada de mi hermano mayor llegaba por vez primera, los poco mas de diez años que estuvieron en Huancavelica, por  cierto todos nacimos y llevamos en nuestras sangres la tierra y el corazón huancavelicano, así como también de nuestra tierra huantina. Mis jóvenes padres se dedicaron al comercio de abarrotes, en la calle de Sebastián Barranca, muy céntrica cerca a la principal avenida: Manchego Muñoz y alrededor del ex mercado, donde hoy es el municipio, llegaron a tener hasta tres tiendas grandes repartiéndose las responsabilidades entre mi madre y mi padre y nosotros los niños mas grandecitos ayudando, recuerdo las veces que teníamos que ir a Huancayo, para las mercaderías, o algunas veces con el chofer, ya que no habían días en que mi padre tenía que viajar a las ferias, así conocí desde muy pequeño, Castrovirreyna, Huachocolpa, Julcani, Santa Barbara, Marcas Acobamba  Yauli, Santa Inés, la laguna de Choclococha -y sus ricas y apreciadas truchas- Izcuchaca, Lircay, y tantos otros distritos mineros más. Las ferias dominicales de Huancavelica en toda la Sebastián Barranca y Manchego Muñoz, los infaltables chancho al horno "cuchijaras, cuchicancas", los apanados de carne de Alpaca, otras tantas de llama que me enteré después, la gelatina de pata, el puchero, la pachamanca, mucho de esta gastronomía similar a la huantina, ayacuchana debido al intercambio comercial existente entre las regiones, además de los muchos huantinos que estaban radicando y trabajando en Huancavelica.

Los pocos días que estuve por allá, pude recordar las vivencias de mi niñez, el jardín donde estudié al lado de la iglesia Santo Domingo, la escuela "Pepín"  central a una cuadra de la plaza de armas, donde hice parte de mi primaria, con mis amigos de los que guardo un lejano recuerdo (me acuerdo de mi pata "huancaíno" le decíamos, jugaba bien el fulbito), mi profesor un gran maestro joven dinámico creo se llamaba Carlos (por favor si alguien sabe, comenten eran la primera mitad de los 70's) quien nos inculcaba el arte de la música, recuerdo tantas veces que íbamos a la radio a cantar algunas canciones ( recuerdo mucho: "Adiós chico de mi barrio" de Tormenta), de los juegos con las bolitas "daños", el trompo, salta soga, la "chapada", tejo  salto al mundo, entre tantos juegos de niños (en esa época no había televisión) , asimismo, sus cuatro barrios tradicionales: Yananaco, Ascensión, San Cristóbal y Santa Ana que competían por las fiestas patronales y costumbristas.

La piscina de aguas termales, aunque muchas, veces preferíamos los canales de alrededor, los baños de agua de "bichi", a la que íbamos por la línea férrea -que valientes e inocentes chicos éramos- que cuando escuchábamos la bocina de, tren corríamos, el rio ichu, caudaloso en épocas de lluvia, como olvidar las épocas de nevada, literalmente cubierta de nieve toda la ciudad, para nosotros otra oportunidad para jugar, el pantano o la "jopapata" como le decían donde hoy está el coliseo, lugar al que teníamos miedo de chicos, puesto que sucedieron muchas tragedias de hombres ahogados allí; más aún cuando escuchábamos de chicos historias trágicas y de "manchachicos" que contaban y escuchábamos a los mayores. Pero también de sus otras festividades como la navidad, bajada de reyes, los carnavales, las corridas de toros, etc. la música del trio Amanecer o el trio Huancavelica, o las hermanitas Sánchez, y más recientemente los Chopjkas.

Todo ello, sirvió para recordar a mis padres el esfuerzo y sacrificio que hicieron por nuestra familia y Huancavelica guardó para ellos el más grato recuerdo, y así lo expresaban cuando en las reuniones mi padre junto a sus amigos y hermanos se ponía a bailar y cantar las canciones huancavelicanas con mucha nostalgia; ambos en su partida hacia su última morada en Huanta se les despidió con la banda y orquesta tocando "trencito macho", "cholita huancavelicana" y otras canciones huancavelicanas, que también nos llenó de nostalgia a sus hijos, familiares y amigos, ahora donde están ellos en el cielo, les rindo este homenaje y agradecimiento por los valores que nos supieron inculcar, demostrando que con mucho esfuerzo sacrificio y amor todo se puede, muchas gracias Papá y Mamá la familia Moreyra Muñoz,  ahora valoramos y les agradecemos más, todo lo que hicieron por nosotros .


En todos estos años siempre traté de estar cerca de esta festividad de los negritos, ahora gracias a la tecnología del internet y a que cada vez estamos más comunicados pude conocer y saber que los residentes huancavelicanos realizaban la fiesta de los negritos nada menos que aquí en Lima, y me enteré que ya llevan 29 años de manera ininterrumpida realizando esta festividad esta asociación como otras muchas y clubes provinciales vienen revalorando sus costumbres y tradiciones fuera de su tierra natal para las futuras generaciones, por ejemplo nosotros en el Club Huanta -del que fuimos directivos con otros tantos jóvenes, hace pocos años desarrollamos también actividades con fines sociales, donde difundíamos nuestro acervo cultural, nuestras tradiciones y costumbres sea en nuestro local institucional en el distrito de Magdalena, o en otro, el club campestre en Cieneguilla, donde se celebran principalmente los tradicionales sachacuchuy o corta árbol, cabe mencionar siempre el apoyo de muchos ilustres huantinos de todo el mundo y en especial del Sr, Carlos Hiraoka, filántropo japonés que formó una familia junto a su esposa huantina Sra. Rosa Torres muy respetada y reconocida familia porque continuamente siguen apoyando a toda la comunidad.

Los residentes huancavelicanos, hoy vienen realizando y llevando estas tradicionales festividades a ciudades como Lima, Huancayo, Chincha  y según comentan también en algunas principales ciudades del mundo. El domingo 9 de febrero pasado, en el local muy bonito de La Casona Blanca de Huachipa (en facebook, negritos de Huancavelica residentes Lima) los mayordomos y organizadores tuvieron a bien compartir e invitarnos masivamente. Así, estuvimos presente, disfrutando de la festividad, e incluso reencontrarme con un huantino  nada menos que el cura que oficiaba la misa, el Padre Cirilo García Cuya, quien de manera amena y por momentos en quechua y como siempre cantando hasta huaynitos y carnavalitos, al final nos saludamos y foto de por medio resaltando esta festividad, aunque aún quedó pendiente compartir el "menú" para aplacar la sed en este caluroso día, agradecemos a la mayordomía porque también pudieron compartir el rico potaje del día muy rico y agradable junto a la canchita con queso y el dulce de achetilla.


Fotos de por medio con los negritos, el caporal María Rosa "la popular marica" o "mamacita" y videos para perennizar el momento recordando imágenes de mi niñez como bien lo mencionaba a cada momento el locutor y maestro de ceremonias, muchos recordábamos nuestra niñez y juventud, ahora podíamos hacer realidad los muchos años dejado de apreciar esta festividad, muy contentos y nostálgicos emocionados, que hasta daban ganas de zapatear y danzar los pasos de la negrería, gracias a todos los organizadores huancavelicanos por este día alegre y divertido que pasamos recordando la festividad de los negritos en homenaje al Niño Perdido Dulce Nombre de Jesús y del Niño Fajardito, mucha y muchas gracias totales ... hasta huatancama, hasta el próximo año...


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