jueves, 24 de enero de 2013
Me gusta la marinera
La marinera, es un baile tradicional muy colorido, cadencioso y de coqueteo, el festival de la marinera que viene desarrollándose en la ciudad primaveral de Trujillo, se engalana con esta fiesta de la marinera. La periodista Patricia del Rio (El Comercio 24-ene-2013 A1), redacta y nos contagia con el encanto de este baile: la marinera.
Me gusta la marinera porque es uno de los pocos bailes de pareja donde manda la mujer. Donde ella decide y el hombre obedece. Donde a la hembra hay que seguirla, hay que seducirla, hay que aguantarle un amago de desprecio, de desdén, para después verla volver coqueta y desafiante. Segura y reina. Señora y más dueña de sí misma que nunca.
Me gusta la marinera porque en esos tres, cuatro, cinco minutos, en que saludas, te esplazas, quiebras, giras, y agitas tu pañuelo el mundo se pone en orden. La mujer es bella porque se siente bella y no porque se operó las tetas. La sensualidad y el arrojo son virtudes y no pecados. Porque en esta danza elegante y atrevida vale provocar sin que la mirada ajena te vuelva una chica fácil. Vale levantarse la falda sin que la tilden a una de putita de cuarta.
Me gusta la marinera porque nos enseña que en la seducción hay respeto. Porque se puede ser galante sin ser vulgar. Porque nos recuerda que el cortejo no es un juego de dominación sino una coreografía, un baile donde dos se encuentran, se entienden, negocian y se entregan. Porque pregona que el amor nunca es pecado y el deseo se celebra, se festeja zapateando, hasta que te duelan los pies.
Me gusta la marinera porque es democrática. Porque se baila en todo el Perú. Porque para aprenderla hace falta tener ganas y alguien dispuesto a transmitir su conocimiento. Porque digan lo que digan, a la hora de la verdad, en la pista de un concurso gana la pareja que se juega el alma y no la que invirtió más en su vestido. Y sí, ya sé que no suben al podio siempre los mejores pero el público sabe premiar a los que corresponde con sus aplausos y barras. Y al final eso es lo que importa.
Me gusta la marinera porque las parejas vienen de todo el Perú luciendo sus mejores trajes regionales y aparece la picardía en el traje de mochera y en las enaguas de encaje, la solemnidad en la pollera de Puno y las trenzas chavineras, la destreza en la novia huanchaquera y las faldas bordadas del Colca.
Me gusta la marinera porque de pronto cuando suena la tarola y los bailarines empiezan a moverse, en mi país solo hay hombres y mujeres que celebran una tradición en la que se reconocen. Porque a nadie le importa si su compañero de barra votará por el Sí o por el No. Porque refleja la cara de un país mestizo. Porque si el Perú sabe a cebiche y huele a lomo saltado, suena y baila al ritmo de esta danza sensual.
Me gusta la marinera porque es enero en Trujillo, porque hace sol y a veces llueve. Porque hace días que se zapatea en calles y plazas. Y porque por una semana, hasta que acabe el concurso nacional más importante del Perú me sentiré parte de una sociedad que respeta y admira a sus mujeres, que se siente orgullosa de sus raíces y herencias, que convoca a todos sin exclusiones y que puede estar feliz, muy feliz a pesar de sus dificultades. Tan tan.
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