Cada 30 de agosto, en muchos países que se ha extendido más allá de América Latina, se celebra el día de Santa Rosa de Lima, una santa emblemática en la historia religiosa y cultural de la región. Nacida como Isabel Flores de Oliva en Lima, Perú, en 1586, Santa Rosa es venerada como la primera santa de América. Su vida, marcada por la piedad, la humildad y una profunda devoción a la fe católica, la convirtió en un símbolo de santidad y amor al prójimo.
Desde una edad temprana, Isabel mostró una inclinación hacia la vida religiosa, adoptando el nombre de Rosa por su belleza y pureza. A lo largo de su vida, practicó severas penitencias y dedicó su tiempo al cuidado de los enfermos y los pobres, inspirada por el deseo de imitar a Cristo en su sufrimiento. Su hogar en Lima se convirtió en un refugio para los necesitados, y su fama de santidad se extendió rápidamente.
En 1617, Rosa falleció a los 31 años, dejando un legado de compasión y entrega a los más desfavorecidos. Su beatificación en 1668 y posterior canonización en 1671 por el Papa Clemente X la consagraron como la primera santa del continente americano. Desde entonces, Santa Rosa de Lima es la patrona de Perú, América Latina, Filipinas y las Indias Occidentales.
La devoción a Santa Rosa sigue viva en la actualidad, con miles de fieles que acuden cada año a su santuario en Lima y otros lugares del continente, para rendirle homenaje y pedir su intercesión. Su vida continúa siendo un ejemplo de caridad y amor incondicional hacia los demás, valores que trascienden el tiempo y las fronteras. Aquí en el Perú, Santa Rosa es la patrona de la Policía Nacional y de las enfermeras. Muchos pueblos del país desde distritos y comunidades llevan su nombre en la que el 30 de agosto celebran con distintas actividades como parte de las fiestas religiosas, sociales, culturales y costumbristas.